Mensaje del Congresista Luis Gutiérrez en EL Aténeo

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Este es un día glorioso y agradezco al Ateneo de Puerto Rico y a su presidente, mi buen amigo, el Doctor José Milton Soltero por haberme hecho el honor de invitarme a compartirlo con todos ustedes. Es glorioso que nuestro pueblo se reúna, como hoy, a conmemorar y celebrar su historia, su cultura y a sus héroes.
Porque, como muy bien dice el Grupo “Puerto Rico Para Tod@s” (todos y todas), grupo que defiende los derechos humanos de los homosexuales, las lesbianas, las personas bisexuales y transgénicas, Puerto Rico nos pertenece a todos, y a todas, los y las boricuas. Hoy conmemoramos otro aniversario de la bandera de Puerto Rico. Esa bandera que nos une. Esa bandera que nos emociona y nos enorgullece cuando se levanta en cualquier parte del planeta.
Esa bandera que hoy, la mayoría abrumadora de todos los puertorriqueños, los que residen en la isla y los que residen fuera de la isla reconocen como su bandera, pero que en un tiempo no muy lejano le costó persecución y cárcel a quienes la levantaron. Esa bandera fue creada por los puertorriqueños organizados en la Sección Puerto Rico del Partido Revolucionario Cubano en la ciudad de Nueva York. O, sea, esa bandera que hoy es la de todos los puertorriqueños la diseñaron boricuas que residían en Estados Unidos. Esos patriotas eran, como el gran Apóstol cubano y de toda América, el gran José Martí, discípulos del gran Ramón Emeterio Betances.
Betances, el Padre de la Patria, el primer ciudadano de Puerto Rico, El Antillano, a quien también honramos aquí hoy. Ese mismo Betances, quien junto a Eugenio María de Hostos y Segundo Ruiz Belvis le dieron continuidad histórica a la lucha de Simón Bolívar por obtener la libertad de toda América, luchando por la independencia y la unidad de todas las Antillas, y por la libertad de todos los seres humanos, empezando por la de los esclavos.
Betances nos enseñó con su ejemplo que se lucha por la justicia desde cualquier lugar donde el destino nos ubica. Y nos enseñó, que nadie se puede considerar verdaderamente libre mientras otros sufran opresión y persecución. Siguiendo su ejemplo, hoy damos la lucha por lograr justicia para los inmigrantes en Estados Unidos.
Más de doce millones de seres humanos, muchos de ellos procedentes de nuestros países hermanos de la América Latina que llegaron a Estados Unidos buscando lo mismo que millones de boricuas que emigraron allá, buscando empleo para ganarse el pan y para proveerle a sus hijos una vida decente y próspera. Gente trabajadora y decente, muchos de los cuales tienen esposos ó esposas, ó hijos que son ciudadanos de Estados Unidos, Son trabajadores que hacen los trabajos que nadie quiere hacer, con los sueldos más bajos y con las condiciones de trabajo y de vivienda peores. Estos hermanos y hermanas viven aterrorizados con la posibilidad de ser deportados y de que sus familias sean divididas. Sin duda, este es el gran asunto de derechos humanos en los Estados Unidos hoy. Estoy seguro que si viviese, el Doctor Betances me estaría orientando cómo mejor adelantar esta lucha a la que dedico tanto estos esfuerzos. Y en esa lucha, como en muchas otras, la comunidad puertorriqueña residente en Estados Unidos hace grandes contribuciones.
La patria puertorriqueña nos pertenece a todos, los que residen en la isla y los que residimos fuera de ella. Y todos contribuimos como mejor podemos a hacerla grande. Como esos puertorriqueños residentes de Nueva York que diseñaron nuestra bandera. Ó, como Rafael Hernández, cuando escribió “Lamento Borincano” también en Nueva York. Ó como los jóvenes boricuas en Nueva York y otras partes que tanto contribuyeron a la creación de lo que hoy llamamos Salsa. Lo que hoy se conoce como “estudios puertorriqueños” es una gran contribución académica de la diáspora boricua a Puerto Rico y al mundo.
También algo que no se comenta mucho pero que ha sido y es tan importante para la economía de Puerto Rico, los billones de dólares que los emigrantes puertorriqueños han enviado a través de los años a sus familiares en la isla. Esto es lo que hoy llamamos “remesas”, y estos envíos que hacen los trabajadores migrantes a sus familias en México, El Salvador y muchos otros países es uno de los renglones principales de esas economías, como también lo es en Puerto Rico.
Puerto Rico nos pertenece a todos y todos tenemos el derecho inalienable de participar en cualquier proceso serio de autodeterminación de Puerto Rico. Así como Betances y Hostos nunca renunciaron a su derecho y a su deber de participar en los procesos descolonizadores de Puerto Rico, hoy no se puede concebir de un proceso genuino para la solución de la condición colonial de Puerto Rico que no incluya a todos los puertorriqueños, residentes y no residentes en la isla, en igualdad de condiciones y derechos.
Puerto Rico nos pertenece a todos. Le pertenece a las generaciones pasadas, como la de Betances, le pertenece a nuestra generación y le pertenece a las generaciones futuras. Esas generaciones futuras están representadas aquí hoy por René Pérez, Residente, Calle 13.
René Pérez es el Roberto Clemente de la música nueva. Así como Clemente barría con los títulos de bateo, René Pérez ha barrido con los “Grammies”. Diecinueve Grammies, incluyendo el “Disco del Año”. Increíble. Y todos los boricuas orgullosos gritamos “Pa’ lante René”
En su canción “Latinoamérica” que se ganó el premio Grammy por “”Canción del Año”, René escribió: “Soy lo que me enseñó mi padre, El que no quiere a su patria no quiere a su madre, Soy América Latina, un pueblo sin piernas pero que camina”. Estas palabras las pudo haber escrito Betances, Albizu Campos Julia de Burgos, ó Juan Antonio Corretjer.
Calle 13 es la voz de muchos jóvenes puertorriqueños y latinoamericanos. Representa un punto de vista nuevo, sin tapujos ni frenos. Expresa frustración y rabia con una realidad colonial, con la opresión, con la desigualdad social, los prejuicios y está en abierta solidaridad con los pobres, los trabajadores, los inmigrantes. Es una voz de compromiso con la patria y con toda América Latina, comprometida con la justicia y en rebeldía abierta contra los opresores y sus representantes. René Pérez es merecedor de la Medalla Ramón Emeterio Betances que hoy le otorga el Ateneo, y me honro en unir mi voz a ese homenaje. Sí, la patria nos pertenece a todos.
Por eso, nada más apropiado que dedicarle este evento de hoy a Oscar López. A él también le pertenece esta patria y él pertenece en ella. Oscar López Rivera es mucho más que un prisionero político. Oscar López es un ser humano que siente y padece, como todos nosotros. Ya es tiempo de traerlo a casa. Siempre he pensado que para caminar hacia adelante como pueblo, debe existir la reconciliación entre los puertorriqueños. Debemos unirnos en todo aquello que podamos unirnos. Y pienso que no se puede avanzar en la ruta de la descolonización de Puerto Rico mientras tengamos personas en la cárcel por haber luchado contra el colonialismo.
Todos los 19 años que llevo sirviendo como miembro del Congreso representando al cuarto distrito de Illinois he dedicado tiempo y esfuerzos a lograr la excarcelación de los prisioneros políticos puertorriqueños. De los 15 prisioneros políticos puertorriqueños de Chicago que comenzaron a servir sentencias a finales de los años ‘70’s y principios de los ‘80’s y luego de más de treinta años en la cárcel, Oscar López es hoy el único del que permanece encarcelado.
Esta es una situación que debe tocarnos en lo más profundo de nuestros corazones y nuestra alma. A los puertorriqueños nos disgusta el abuso y la injusticia, y no existen otras palabras para describir la situación de Oscar. Como ustedes saben, mi padre falleció el 11 de diciembre. De inmediato hice lo que haría cualquier puertorriqueño, me monté en un avión y vine a San Sebastián a acompañar a mi mamá y a compartir con mi familia. Tengo muy fresco en mi mente lo importante que fue para toda nuestra familia y para mi estar juntos frente a esta situación. A Oscar se le negó ese derecho humano básico, cuando murió su madre, Doña Mita, y cuando falleció, más recientemente su hermana Clara.
Caminando por el barrio de Chicago ó por las calles de las ciudades, pueblos y campos de Puerto Rico he visto cómo gente común y corriente se acerca a los prisioneros políticos liberados y les abrazan, les estrechan sus manos, le expresan su aprecio y cariño. Y he visto con gran alegría como estos compatriotas se han integrado a la vida, tanto a la vida de sus familias y sus amigos y de su pueblo, pero también a sus propias vidas, donde se envuelven en sus trabajos ó sus talleres de arte ó artesanías y a sus actividades libremente escogidas.
El pueblo puertorriqueño les ha recibido a todos con los brazos abiertos. A todos, menos a uno. Al que todavía mantienen injustamente en prisión.

– A Oscar López Rivera
A través de todos estos años, he tenido la oportunidad de visitar a Oscar en la prisión en muchas ocasiones.
He visto, cómo su cuerpo comienza a mostrar el paso del tiempo. Pero, también he visto cómo ante las peores adversidades su espíritu se crece y se fortalece. A través de todos estos años he visto como su compromiso con su patria y con su pueblo nunca ha dado la menor señal de debilitamiento.
De hecho, a Oscar lo convencieron amigos, familiares y compañeros de que saliendo Carlos Alberto Torres de la prisión aceptara participar de la audiencia para considerar su libertad condicional, ó “Parole”. Sencillamente, luego de más de 30 años de prisión, no tiene sentido que Oscar siga encarcelado.
Desafortunadamente, esta petición de libertad bajo palabra fue recientemente denegada de manera cruel e injusta. Oscar nunca fue acusado, y mucho menos encontrado culpable de de hacerle daño a persona alguna. ¿Cómo es posible que veamos a asesinos, violadores, y traficantes de drogas salir de la cárcel luego de 5, 10 ó 20 años, mientras mantienen a Oscar preso luego de servir 30 años?
Basta pensar por un momento acerca de nuestras propias vidas por los últimos 30 años para darnos cuenta que es sencillamente inhumano e inaceptable todo lo que le siguen negando a Oscar al mantenerlo encerrado. Sencillamente, la situación de Oscar es cruel e inhumana y no podemos seguir tolerando este abuso contra él. Si Oscar hubiese aceptado la oferta del presidente Clinton para salir con condiciones de la cárcel ya estaría entre sus familiares y entre su pueblo. Pero, en ese momento Oscar entendió que no podía aceptar la oferta mientras quedaran otros de sus compañeros en prisión. Pero, hoy ya no cabe duda de que sea tiempo de traer a Oscar de regreso a su casa.
Por eso, quiero hacer un llamado a todo el pueblo generoso y noble de Puerto Rico a que nos unamos, como lo hicimos para lograr la paz para Vieques, como lo hacemos en momentos de tragedia, para hablar con una sola voz y exigir la excarcelación de Oscar López. Es momento de trabajar para lograr que toda la sociedad civil de Puerto Rico, todas las organizaciones cívicas y religiosas, todos los cuerpos de gobierno se expresen claramente a favor de la excarcelación de Oscar.
Sugiero que todos nos comprometamos a comenzar a hablarle acerca de este caso a nuestros amigos, vecinos, familiares y compañeros de trabajo y de organización, en nuestras iglesias, centros de trabajos y donde quiera que compartimos con otros boricuas acerca de la necesidad de actuar para corregir esta injusticia que tanto hiere nuestra sensibilidad de pueblo. Sigo y seguiré comprometido con hacer todo lo que esté a mi alcance para colaborar con los esfuerzos para lograr su libertad. Espero que todos los buenos puertorriqueños lo hagan también.

Muchas gracias.
By Luis Gutierrez