Por Ángel Vázquez, actor y dramaturgo puertorriqueño
Cuando lo conoces, sabes de inmediato que es un cubano innato. Su decir, su distintiva guayabera y su aromático habano, te dejan saber que es hijo orgulloso de la tierra de José Martí. Gentil, generoso, con un gran sentido del humor y don de gente. Una conversación con él abarca desde los temas más profundo a nivel mundial, hasta anécdotas sobre su padre, del mismo nombre, un popular masajista del beisbol y boxeo en La Habana. Una vez entras a su hogar te recibe junto a María, su amada esposa de toda la vida, y de paso con un buen café cortadito, comienza a compartir anécdotas coloridas desde Orestes Miñoso, Kid Chocolate, hasta el mismo Mario Moreno, Cantinflas.
Nos conocimos en la Universidad del Estado de la Florida. Yo era un chamaco. Él nueve años mayor que yo, realizaba su doctorado en historia. De inmediato surgió una camaradería que no discriminó por la diferencia de edad o la ausencia de mi conocimiento. Esta amistad fue creciendo con el tiempo y se convirtió en una hermandad.
Defensor de la Revolución Cubana, se convirtió en mi mentor y no pasó mucho tiempo cuando juntos participamos en mi primera manifestación contra la pena de muerte. Eran los tiempos de las revoluciones en Nicaragua y en El Salvador. Para ampliar nuestro conocimiento, él como director de Centro para la Participación Educativa de la Universidad arriba mencionada, trajo varios invitados de dichos países para ofrecer conferencias. “Oye, vamos a oír a Silvio, a Pablo” y con la imagen de Sandino en el fondo, también compartía El Padre Antonio de Rubén Blades. Otro era cantar con sus libros. “Los libros no se prestan, consorte”, decía. Pero, los prestaba. Sucedió con Las Venas Abiertas. Y como buen profesor, después me sometería a sus amigables “interrogatorios” sobre estos temas.
Participamos en el equipo de softbol universitario Latinos Unidos. En vez tuvimos que interrumpir un juego porque llegó su invitado, nada más y nada menos que del gran patriota nacionalista Rafael Cancel Miranda. Félix siempre ha estado conectado con Puerto Rico. Siempre sabe de nuestra historia pasada y presente. Y es solidario con nuestra lucha por la independencia. ¿Cómo no quererlo?
Una vez graduado, se distinguió como profesor emérito de la Universidad de DePaul en Chicago. Allí dirigió el Centro de Investigaciones Latinas y todos los años organizó viajes estudiantiles a Cuba, entre muchas cosas más. Félix siempre ha mantenido en su corazón el amor por su patria y la mía. Muchos anos después se nos dio un gran sueño, visitar juntos a Cuba, donde por supuesto, fue nuestro incansable guía. Él siempre ha cultivado la amistad.
Felix Masud Piloto falleció víctima de cáncer el pasado viernes, 10 de marzo a las 12:44 de la madrugada. La noticia nos causa un dolor enorme a mi esposa y a mí. Escribo en tiempo presente, porque seres tan especiales como Felito nunca mueren. Y de todas maneras, su perenne sonrisa siempre perteneció al cielo. ¡Hasta la vitoria siempre, bárbaro! (Esto es adicional. Sé que hay límite de espacio. Pero, se los envío por si acaso)
DATOS SOBRE EL DOCTOR FELIZ MASUD PILOTO
Desde finales del siglo pasado hasta las primeras décadas de la actual centuria, promovió el intercambio académico entre Estados Unidos y Cuba, consciente de que con ello nadaba contracorriente de la política hostil que los gobiernos de su país de residencia han aplicado para asfixiar a un pueblo del que jamás se alienó. Dos años atrás respaldó la resolución del Ayuntamiento de Chicago, aprobada por 50 concejales, que reclamó al Gobierno federal el fin del bloqueo a Cuba. Al hacerlo significó cómo «el bloqueo ha causado graves daños al pueblo cubano» y ha impedido «el normal desarrollo de las relaciones culturales entre Estados Unidos y Cuba».
El 3 de diciembre de 2020, Félix suscribió, junto a otros profesores de prestigiosas universidades estadounidenses, una petición para nominar al Premio Nobel de la Paz al contingente médico cubano Henry Reeve, especializado en la atención ante desastres naturales y graves epidemias, por su extraordinaria labor humanitaria. Entre sus obras ensayísticas más significativas se hallan Con los brazos abiertos (1988); De exiliados bienvenidos a inmigrantes ilegales: la migración cubana a Estados Unidos 1959–1995 (1996); Cuba: colonizadores, esclavos, exiliados y refugiados en la historia cubana (1998); y Mariel 1980: consecuencias de una política migratoria politizada (2005).
En su patria fue condecorado con la Distinción por la Cultura Nacional.